Tu input determina decisivamente tu output: leer diariamente es un muy buen hábito. Personalmente, me sirvió leer el corpus literario de un autor en particular que disfrutaba muchísimo y que, en mi opinión, escribía endiabladamente bien. Gracias a ello fui adquiriendo, casi por ósmosis, ciertos elementos estilísticos de dicho escritor. Por supuesto, no me comparo en absoluto a este autor, pues refiero exclusivamente a mis habilidades de escritura anteriores. Tampoco el estilo, la forma en sí, lo es todo, naturalmente.
En cuanto a mi proceso de escritura, este es bastante caótico. En principio, aclaro que no suelo escribir ficción, sino ensayitos sobre temas que me llaman la atención y que me ayudan, creo, a profundizar mis conocimientos, hacerlos más palpables. En estos casos, mi proceso es: 1) leer sobre X tema (las más de las veces, sin el objetivo explícito de escribir algo en el futuro); 2) pegar en un documento fragmentos que me parecen interesantes, referenciándolos, y añadiendo mis digresiones personales; 3) escribir un esquema básico (qué quiero decir, cómo puedo argumentarlo, contra-argumentos y mis ideas respecto a ellos, etc.) y, finalmente, 4) escribir "sin pensar". Creo que Lucio V. Mansilla decía que el trabajo de relectura y edición es la escritura en sí, pues lo demás es juego de niños. Y es verdad: es muy desagradable releer lo que uno ha escrito, las más de las veces con poca pericia.
Cuando escribo historias de ficción soy muy self-centred, porque disfruto más reelaborar o "ficcionalizar" recuerdos y observaciones anodinas (no soy muy imaginativo, x...
... Leer más